"Los pueblos deprimidos no vencen, por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza" Arturo Jauretche

domingo, 30 de mayo de 2010

Documento Político del Cabildo Abierto del Peronismo Porteño



EL CABILDO ABIERTO DEL BICENTENARIO


Hemos iniciado esta convocatoria con la enorme emoción que todavía palpita en nosotros por lo vivido en las fiestas del Bicentenario, donde el pueblo argentino a lo largo y a lo ancho de la patria, pero con epicentro en esa enorme demostración que hizo en el corazón de nuestra ciudad, emergió con alegría y vocación de celebración. Otra vez el subsuelo de la patria, como aquel 17 de octubre de 1945 o el 17 de noviembre de 1972, desplegó su vocación de protagonismo para demostrar que sabe de qué se trata.

Todo aniversario es una oportunidad de reflexión y balance. En este caso es el aniversario de la Patria y eso nos convoca como actores políticos a renovar nuestro compromiso con ella y a reflexionar sobre nuestra práctica política. El Peronismo es la fuerza política argentina más importante del segundo siglo de nuestra Patria, la vigencia de su Doctrina y el ejemplo de vida de Juan y Eva Perón le siguen imprimiendo el enorme vigor que alimenta su capacidad de transformación de la realidad nacional. Su derrotero supo de triunfos y derrotas, de avances y retrocesos, de extravíos y reafirmaciones. Pero recurrentemente, y a pesar de todo, siempre volvimos a nuestras esencias: la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Solo así nos reconocíamos, solo así volvimos el 25 de mayo de 2003 a nuestra identidad.

Indudablemente la etapa vivida a partir de la crisis del 2001, que sembró de desaliento y pobreza nuestro país, es el aspecto en que nos interesa centrar nuestra reflexión. La profundidad de esa crisis tuvo en la construcción del proyecto iniciado en mayo del 2003, con la Presidencia de Néstor Kirchner y que hoy encabeza Cristina Fernández de Kirchner, una respuesta de magnitud revolucionaria. Se recuperaron las banderas del Justicialismo para impulsar un proyecto que, a partir de afirmar y expandir los derechos humanos, sociales, laborales y políticos de nuestro pueblo, le volvió a dar vigor al desarrollo nacional e instaló un debate ideológico que desde América Latina vuelve a tener vigencia internacional, particularmente si se analiza la crisis que con distintas características azota al mundo desde fines del 2008.

Las enseñanzas de Evita que afirmaba: “Donde hay una necesidad hay un derecho”, es el verbo del accionar político y de gestión de gobierno actual. Podríamos enumerar todas las acciones que justifican nuestra afirmación pero alcanza con señalar algunos hechos que nos identifican con cada lector peronista al que se dirigen estas palabras. El cambio sustantivo del modelo económico-productivo que permitió un crecimiento sostenido con inclusión social; la disminución progresiva del desempleo, el trabajo en negro y la pobreza; la revalorización de la Corte Suprema de la Nación en un cuerpo idóneo e independiente; la reorientación de la política exterior en base a nuestra conciencia histórica y contemplando los cambios de una nueva realidad mundial, así como la profundización de la relación con nuestros pueblos hermanos de América Latina; la reformulación de las Fuerzas Armadas en un nuevo concepto de la Defensa Nacional y un nuevo sentido de su misión; la instalación de una política de Derechos Humanos basada en verdad y justicia; la recuperación del Estado en la seguridad social; la puesta en marcha de la Asignación Universal por Hijo; el aumento histórico de fondos para la Educación y la Formación Profesional, concibiéndolas como una inversión antes que un gasto; la revalorización y el incremento presupuestario de la Ciencia y la Tecnología como factor de desarrollo; la instalación de la negociación colectiva y el Salario Mínimo, Vital y Móvil son algunos de los logros que no pueden caer en la desmemoria.

Existe una oportunidad histórica para volver a las grandes fuentes del Movimiento Nacional.

La agenda peronista debe conducirnos a la actualización del proyecto nacional, y en ese marco, confrontar con el neoliberalismo cuya expresión cabal es el Gobierno de la Ciudad por su incapacidad, ineficacia y desprecio por lo público.

Es importante y necesario recordar que frente a esta energía transformadora vuelven a levantarse las fuerzas de la reacción que sueñan con el Primer Centenario donde la Argentina era un granero para el mundo pero un territorio de injusticia para su propio pueblo. Coherente con esa visión, la batalla central donde estos dos proyectos dirimen su vigencia, además del campo electoral, está en la aplicación de la sancionada Ley de Medios y Servicios Audiovisuales, donde la derrota de los monopolios es la única garantía de una plena vigencia democrática.

Como dirigentes y militantes del peronismo porteño sentimos una enorme responsabilidad frente al desequilibrio que existe entre esta realidad nacional y nuestra escasa representación local. Es esencial alimentar con movilización y vocación de unidad, entre todas las fuerzas políticas que apoyan el proyecto nacional, nuestro accionar en el Distrito.

Para ello, los Peronistas Porteños, debemos reconocernos y superar la crisis con unidad estratégica.

Del laberinto de una realidad política fragmentada y decadente, de la que todos somos responsables, sólo se sale con visión y altura, es decir: retomando los grandes objetivos vigentes del pensamiento nacional y popular, para aplicarlos a una nueva estrategia de construcción de poder transformador. Porque la condición militante surge de la vocación y la experiencia, y no se improvisa; menos en los tiempos difíciles donde fracasan el clientelismo, el punterismo y el electoralismo vacíos de contenidos substanciales y ausentes de conducción real.

Tampoco sirve el sectarismo, que impide la tolerancia de la amplitud política; ni el amiguismo, que privilegia la falsa colaboración de los oportunistas, en vez de convocar a la lealtad y la excelencia que forman parte de nuestras reservas.

Movimiento o partido, desde ya, es una falsa opción, porque necesitamos la herramienta legal de la soberanía popular, sin la cual no hay democracia sino autoritarismo. Pero renegar del movimiento es frustrar aquello que nos destaca y distingue: ser una corriente inextinguible de participación y justicia social.

No se trata de reconocerle racionalidad propia a todo lo que logra imponerse circunstancialmente: una cosa es aceptar otra realidad y otra perdernos en ella, una cosa es actualizarse y otra cambiar de partido, como de prenda de vestir.

La única posibilidad de reconstruirnos es persuadir, unir y sincerarse; debatiendo francamente acerca de la situación presente y el futuro con libertad espiritual y política, en forma responsable y honesta.

Hoy, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en lugar de ser un motor del proyecto nacional, se ha transformado en un vagón retardatario gobernado por la incapacidad y los sectores del privilegio. Los festejos del Bicentenario pusieron en evidencia el estado de ánimo de la Argentina subterranea, aquella que no expresan los medios, la Argentina real, comprometida y orgullosa del devenir histórico de nuestra patria, que salió a la calle masivamente a combatir el discurso del desanimo sostenido por la oposición y la prensa monopólica.

Necesitamos avanzar en un camino de reconstrucción de nuestro poder local, y para ello nos sumamos con muchos dirigentes peronistas del Distrito con quienes hemos convocado al Cabildo Abierto del Bicentenario, donde junto a Néstor y Cristina y a todos los que se sientan convocados protagónicamente, hemos comenzado a caminar hacia la recuperación del Gobierno de la Ciudad.

viernes, 28 de mayo de 2010

Nuestra meta...


Hoy me desperté algo reflexivo... comenzé a pensar, a hacer un breve recorrido de la historia de los últimos años de nuestro país. Son muchas las imágenes que se me vinieron a la mente, algunas reflejan la felicidad del pueblo, otras su profunda desolación ante las peores injusticias... así es la historia de la Argentina. Pensé en los rostros de los obreros motivados aquella tarde del 17 de Octubre; pensé en aquellas jornadas solidarias en las que Evita  se abrazaba junto a sus decamisados; pensé en un 26 de Julio de 1952 marcado por la angustia popular; pensé en la unión de los sectores mas conservadores en pos de bombardear la Plaza de Mayo; pensé en la caída de un líder; pensé en los 18 años de resistencia; pensé en el regreso glorioso del hombre que instauró la justicia social, opacado por las divisiones internas; pensé en la oscura y larga noche de censura, dolor, muerte, desapariciones y torturas; pensé en el coraje cívico de las mujeres que se animaron a reclamar por sus hijos en nombre de la verdad; pensé en el retorno a la democracia y participación popular; pensé en la desilución surgida ante la decisión de olvidar los crímenes realizados años atrás; pensé en la segunda década infame marcada por el hambre, la desocupación, la miseria y entrega de la Industria Nacional; pensé en la peor crisis social que ha tenido la Patria con la ida en helicóptero de aquellos que le ajustaron la dignidad a los trabajadores; y también pensé en la llegada de un hombre que vino del sur a enseñarnos que con pasión, con convicciones y compromiso se puede revertir la triste realidad. Pensé en la vuelta de la alegría a las calles, pensé en la vuelta de las medidas populares, pensé en la transformación de la Argentina.Pensé en la llegada de una mujer que se animó a dar la discusión de la distribución de la riqueza, aun con las peores trabas por parte de los mismos grupos de siempre. Pensé en el Bicentenario de la Patria nacional, popular y sin distinciones partidarias. Pero también pensé en las deudas pendientes, en la pesadisima herencia neo liberal que estamos revirtiendo. En los empleos que faltan generar y en las vidas que quedan por dignificar. Y poder gritar bien fuerte de una vez y para siempre que en la Argentina triunfó la Justica Social. Esa es nuestra meta final y no pensamos descansar hasta alcanzarla.

Viva la Patria!


Luca Stecco
La Cámpora Secundarios

lunes, 24 de mayo de 2010

Sueños de Libertad en el Bicentenario


Han pasado 200 años de la Primera Junta de gobierno,  y con ella,  la primera voluntad de libertad.  El dominio de España estaba seriamente cuestionado. Los virreyes que decidían qué se hacía y qué se dejaba de hacer en nuestras tierras, estando a miles de kilómetros de distancia, comenzaron a ser decapitados políticamente y removidos  de  sus cargos por un pueblo decidido a desterrar para siempre el coloniaje.  A la cabeza de ese pueblo virtuoso y convencido, ni más ni menos que hombres como San Martín, Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Juan José Paso, Juan José Castelli, entre otros. Todos ellos con el anhelo de libertad y auto gestión, querían que el país fuera democrático y el pueblo libre. No dudaron en poner su propia vida por la liberación de la patria.
Podría explayarme largamente en resaltar la admirable actitud de estos próceres, sin embargo prefiero detenerme en una realidad pocas veces percibida: exceptuando un par de casos, muchos de los patriotas antes mencionados eran jóvenes.  ¡Fueron jóvenes al momento de oponerse fuertemente al colonialismo español! ¡Y lo lograron! Ese tiene que ser nuestro punto de partida para poder pensar que si ellos pudieron hacer algo por el país, nosotros también.  Siempre se nos muestra a los grandes próceres como seres inigualables, imposibles de imitar; pero es bueno tener presente que sólo fueron hombres y mujeres comunes pero con una gran virtud que los pone por encima del resto: amaban profundamente a su Patria. Ese es el mejor legado que hoy podemos recoger: el profundo amor a la Patria.  Resulta vital entender que la participación es la mejor herramienta para transformar la sociedad.
Si queremos cambiar algo, si no nos gusta lo que vemos… si nos interesa el bienestar de todos;  debemos en primer lugar ser conscientes del lugar que ocupamos al ser jóvenes y de las grandes posibilidades que tenemos… ¿O acaso no era joven Mariano Moreno al luchar por nuestra  independencia? ¿O acaso no era joven Eva Perón al otorgarles derechos a los más desprotegidos?  ¿O acaso no fueron jóvenes nuestros soldados héroes en Malvinas? Los grandes hitos de la historia argentina fueron protagonizados por jóvenes que entendieron cual era el rol que les exigía la Nación y ese legado que nos dejó San Martín, Belgrano y Moreno.
 Frecuentemente se exhiben los peores rasgos de los adolescentes, se hace hincapié en nuestra mala educación, en nuestra rebeldía injustificada y en nuestros malos hábitos. Esa es una acusación errónea, proveniente de quienes buscan constantemente nuestro fracaso. Proveniente de quienes sacan a reflote sus miserias humanas, proveniente de quienes no entienden que atacándonos están atacando el futuro mismo de nuestra sociedad.
  Pero eso no nos tiene que importar, ya que somos nosotros los que asistimos a diario a la escuela, somos nosotros los que nos animamos a defender nuestros derechos cuando estos no se cumplen… y tenemos que ser nosotros los que tomemos la posta de los próceres; en pos de nuestro país. Con el fin de construir un país mejor: más justo, más solidario; pero por sobre todas las cosas, más libre.
Porque como dijo alguna vez el General San Martín: seamos libres, lo demás no importa nada.


Luca Stecco
La Cámpora Secundarios

martes, 18 de mayo de 2010

TEMAS DE DEBATE: LA INFLACIÓN Y SUS CAUSAS

La discusión en torno de la inflación gana espacio en el plano político, más allá del terreno económico. Dos especialistas aportan elementos buscando explicar por quién y por qué suben los precios.
  
Precios relativos y puja
Por Eduardo Crespo *

Con pocas excepciones, el debate sobre la inflación en Argentina está monopolizado por el pensamiento ortodoxo. Para esta visión, la inflación responde a un exceso de demanda en el mercado de bienes, el cual refleja un exceso de demanda de recursos. En otras palabras, la presencia de inflación indicaría que los recursos se encuentran plenamente ocupados y la demanda estaría creciendo en exceso en relación con los mismos. Una versión aun más ideologizada de este argumento, y muy común en Argentina, es aquella que explica la inflación sólo por el aumento del gasto público. En la historia inflacionaria de Argentina estos argumentos han resultado ser demasiado frágiles, ya que los episodios inflacionarios rara vez han coincidido con períodos de alto crecimiento económico. Hemos sufrido varios procesos de alta inflación con una economía estancada o en recesión. Incluso si analizamos el período 2006-2008, tampoco en esta etapa se observan indicios de escasez de recursos o de un sistemático y persistente exceso de demanda. Pese a ello, muchos analistas llegaron a argumentar que hubiera sido suficiente una leve desaceleración en el nivel de actividad para que la inflación cediera. Pero la crisis internacional acabó demoliendo estos augurios, ya que la tasa de crecimiento pasó a ser negativa y la inflación se mantuvo, según distintas fuentes, en el orden del 15 por ciento anual.
Una versión progresista de este punto de vista es aquella según la cual la inversión sería “insuficiente” para atender la demanda. Dicha “insuficiencia” respondería a la baja predisposición al riesgo que caracterizaría al típico empresario argentino “monopolista”. Este, aprovechando su poder “monopólico” (poder que curiosamente no ejerció en los noventa) en lugar de invertir para atender la demanda, preferiría racionarla aumentando los precios. El reverso ortodoxo de este argumento explica la “insuficiente” inversión por la falta de “seguridad jurídica”, la escasa “credibilidad” del Gobierno, etcétera. Sin embargo, basta mirar el grado de utilización de la capacidad productiva para descartar estas hipótesis. La misma se mantiene en niveles normales durante todo el período de análisis y cayó significativamente en 2009. La tasa inversión privada acompañó el crecimiento del producto en forma muy satisfactoria y llegó a alcanzar los niveles más altos de las últimas décadas. Curiosamente, la información referente a la inversión pública y privada de los últimos años, indica que quien no invierte en Argentina es el sector público, no el sector privado. Mientras la inversión privada alcanzó sus mayores niveles históricos, la inversión pública apenas se está recuperando de la caída sufrida al final de los noventa.
Entendemos que la inflación en Argentina responde a dos factores: la puja distributiva y las sucesivas modificaciones de precios relativos que la alimentan. Una suba del nivel de precios puede originarse en cualquier shock: una devaluación, un tarifazo, la suba de precios internacionales de productos transables, etc. Pero para que dicha suba se traduzca en un aumento sistemático y sostenido de precios tiene que existir una incompatibilidad distributiva. Cuando ninguno de los sectores que participan de la distribución del ingreso está dispuesto a absorber el shock inicial de precios, se genera una típica espiral de precios y salarios. Esta espiral suele tener formas complejas y difíciles de seguir en detalle. El motivo es que todo proceso inflacionario suele ir acompañado de modificaciones en los precios relativos.
Los cambios de precios relativos suelen alterar la rentabilidad relativa de la producción de distintos productos. Pasado un cierto tiempo, lo más probable es que disminuya la oferta de aquellos productos que resultan menos rentables y sus precios terminen subiendo. Un caso que ejemplifica este aumento es la suba del precio de la carne. Si la alta rentabilidad de la soja, por ejemplo, que en gran medida depende de condiciones internacionales, tiende a desplazar otros cultivos y producciones alternativas, lo más probable es que la oferta de estos productos disminuya, y sus precios no dejen de subir hasta tanto su elaboración sea tan rentable como la opción de producir soja.
En este caso, la suba de precios responde a cambios en las rentabilidades relativas que se van transmitiendo a otros sectores alimentando la puja distributiva. Cuando un conjunto de sectores transables, que toma sus precios internacionales como dados, consigue aumentar su rentabilidad, a la larga otros sectores terminan elevando la propia. En este marco, si ocurren aumentos de salarios nominales compensatorios, el tipo de cambio tenderá a apreciarse en el ínterin y habrá renovados pedidos para volver a devaluar y así sucesivamente.
* Profesor de la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro.



Aceleraciones y persistencias

Por Mara Pedrazzoli *
La inflación comenzó a ser un problema a mediados de 2007 cuando se aceleró; léase, se dieron aumentos en el nivel de precios (inflación) y también en su tasa de variación (aceleración inflacionaria). Los primeros meses de 2010 delinean un escenario similar de rebrote inflacionario, que sería menos agudo que el de 2007 pero que parte de una base inflacionaria más elevada.
Esta situación llevó a algunos distinguidos economistas a afirmar que Argentina se encuentra bajo un régimen de alta inflación. ¿Por qué? Porque dicen que la aceleración se explica por el alto nivel de la inflación. ¿De qué manera? Los agentes estarían desarrollando estrategias para cubrirse de la inflación alta que contribuyen a fogonear el aumento de precios. Básicamente estarían surgiendo pautas indexatorias en los contratos, que aceleran la inflación al acortar los períodos de ajuste a un mes o un día, y “remarcaciones por las dudas” que no se basan en la inflación pasada sino en la esperada, que depende de apreciaciones subjetivas (o que a lo sumo miran el último dato de inflación mensual y no anual). Pero lo cierto es que la economía argentina no está indexada –ni la duración de los contratos es tan corta– y que es difícil pensar que puedan darse “remarcaciones por las dudas” en todos los rubros sin que eso implique perder una cuota importante de mercado. La economía no está adaptándose a una alta inflación; no hay cambio de régimen sino problemas de oferta puntuales.
¿De qué depende la aceleración inflacionaria? La principal causa tanto en 2007 como en 2010 fue el continuo aumento del precio de los alimentos. Pero a diferencia de 2007, en los primeros meses de 2010 la inflación en alimentos se explicó, en bastante menor medida, por la inflación importada. Si bien el precio internacional de los alimentos –y de los commodities en general– empezó una nueva fase ascendente luego de la caída experimentada durante la crisis, su ritmo de crecimiento es considerablemente más bajo: 10 por ciento promedio anual desde fines de 2009 versus 32 por ciento entre mediados de 2007 y 2008, según datos del FMI.
El aumento de la inflación en alimentos de este año se debió esencialmente al incremento del precio interno de la carne; que por su parte obedece a un doble problema: la escasez de stock de ganado (consecuencia de la liquidación de vientres que se produjo durante la sequía y del desplazamiento de la frontera bovina ante la mayor rentabilidad relativa del cultivo de soja) y la inelasticidad de la oferta (es decir, la incapacidad de abastecer rápidamente a una mayor demanda debido al límite que imponen los tiempos de reproducción del ganado, pero también como consecuencia de la especulación que suelen practicar los ganaderos al faenar por debajo del peso mínimo cuando el precio de la carne es alto).
¿Cuál es la causa de la alta inflación? La persistencia inflacionaria generada por la puja distributiva. Es decir que las estrategias defensivas de trabajadores y empresarios para evitar la pérdida del poder adquisitivo de sus ingresos ante el aumento de los precios y de los salarios da lugar a una “automatización” del proceso inflacionario, que pasa a explicarse en buena medida por la inflación pasada. En primer lugar cabe notar que esos aumentos de precios y salarios responden a incrementos de otros costos de la economía; a saber: los alimentos en especial, los insumos importados (que suben producto de la devaluación nominal y siguiendo la tendencia global) y la energía y los combustibles (en línea con la inflación importada), entre los más relevantes. En segundo lugar advertimos que la puja distributiva no pudo haber causado la aceleración inflacionaria ya que, por un lado, los salarios reales cayeron a comienzos de 2007 y desde fines de 2009, y por el otro, es dudoso pensar en incrementos sostenidos de los márgenes de los empresarios que puedan explicar continuos saltos en la inflación. En materia salarial, vale recordar que las paritarias en 2007 cerraron en torno del 20 por ciento mientras la inflación, según distintas mediciones privadas, superó esa pauta. Este año se prevén acuerdos nominales cercanos al 22 por ciento y una inflación levemente superior.
Finalmente ¿qué hacer? Ante esta situación difícilmente pueda el Gobierno implementar un plan antiinflacionario heterodoxo para coordinar aumentos de salarios y precios porque implicaría reconocer que hay inflación y que el Indec no la mide. Por el mismo motivo tampoco podría aplicar un programa ortodoxo basado en metas de inflación. Aparecen en principio dos alternativas para atacar una inflación de oferta. Por el lado de la estructura, es fundamental desarrollar políticas sectoriales para equiparar las rentabilidades relativas dentro del sector agropecuario y garantizar el abastecimiento de alimentos al mercado interno. Por el lado del tipo de cambio, es importante bajar los costos de algunos insumos estratégicos para la industria.
* Economista de AEDA y Generación Política Sur.

Fuente: Página 12

viernes, 14 de mayo de 2010

La K no es una letra cualquiera - Orlando Barone

 El matrimonio K, la ley de medios K, la dictadura K, la hegemonía K, el imperio K, el Unasur K, los Derechos humanos K, el chavismo K, el aislamiento K, el populismo K, el fascismo K, la caja K, la recaudación K, los tribunales K, los empresarios K; el sindicalismo K, el gasto público K, el fútbol para todos K y Cristina K.
La “kakatetización” del lenguaje es obra de los que por simple acto reflejo de rechazo sienten hacia ella un asco K. Se “askean” con K como no se asquean de la letra M de mentira o de la letra R de reaccionaria. O de la G de genocidio. Pensar que antes de que llegase la era K, solamente sabíamos que kilo, kiosko, karate, kilogramo, kinesiólogo, Kremlim y kiwi se escribían con K. Aunque algunos ignoran que cargan con un Karma de prejuicio desde que las patas sucias se lavaron en la fuente de la Plaza de Mayo. Nunca imaginó esta letra lacónica y geométrica que desde los medios iban a hablarla y escribirla con tanto denuedo e injuria. Ni imaginó tampoco, como letra poco empleada en el idioma español, que iba a ser tan políticamente maldecida. Y paradójicamente, en la época en que la política era recuperada gracias a la fuerza reparadora de la letra. Pero por suerte la K, resistente y refractaria, cuanto más la denigran más se populariza. De tanto vomitarla se ensucian; de tanto segregarla socialmente la dotaron de una red de fraternidad sorprendente. Y así como en las artes marciales, para contraatacar se aprovecha la fuerza de ataque del contrario, la K contraataca y logra que los que mal la pronuncian se atraganten. Esa única letra los obsesiona con una liviandad de envidia. Extraña enfermedad la que contraen quienes de tanto escupirla se escupen y de tanto estigmatizarla se condenan. Letra de varias vidas como los gatos. De varias resurrecciones como Maradona. Y de varios hundimientos y elevaciones, como Argentina. Comportamiento que desmoraliza a los enterradores: que cuando van a guardar la pala se dan cuenta que no han enterrado a nadie. Letra que no aspiró a ser la “letra” excluyente de una época y a la que los anti K consagraron al querer arrancarla del abecedario. Pero cuando parece que se borra vuelve a escribirse. No hay obligación de ser K. Y no hay obligación de enfermarse de rencor amarillo por oponerse a quienes quieren serlo. No porque estos ignoren que la K es imperfecta, y hasta que tiene imperfecciones serias que mejor sería que corrigiese. Nadie es perfecto y tampoco una letra. Pero hay gente que igual se entusiasma y se siente pasajera feliz del colectivo. No hay que ser tan amargo de querer desentusiasmarla de su entusiasmo. Que con ella compitan de igual a igual con otra letra, no rejuntando en montón todo el abecedario. La K ya no es una letra cualquiera.


lunes, 10 de mayo de 2010

El desprecio macrista por la educación pública

Desde que comenzó le gestión macrista en la Ciudad, los estudiantes hemos sentido en carne propia el desprecio y la exclusión de una manera muy concreta. Muy lejos quedaron aquellos discursos demagógicos que prometían una educación pública de calidad. Por el contrario, hoy vemos como los subsidios a las escuelas privadas aumentan, mientras se recortan los presupuestos asignados a las escuelas públicas, en una clara demostración de clasismo macrista. Hoy tenemos escuelas sin gas, sin luz y con una infraestrucutura miserable, cierto es que esta problemática no es nueva, pero si lo es el aumento del desprecio por la educación de los miles de pibes que asisten a lo que debería ser una escuela capaz de formar futuros ciudadanos comprometidos por su colectividad. Pero, lejos de ponernos en exquisitos con nuestros reclamos, optamos por exigir primero que se respeten los derechos básicos, en el distrito mas rico del país.


La Cámpora Secundarios mantiene un compromiso inalterable con todos aquellos que padecen el desprecio macrista. Aspiramos a tener una educación de calidad que sirva como formadora intelectual de los futuros sostenedores de la Nación, y que además promueva los valores de la solidaridad, el amor y el aprecio por la colectividad. Lamentable, hoy por hoy, en la Ciudad de Buenos Aires estamos lejos de alcanzar dicho objetivo, partiendo de la triste realidad de contar con instalaciones sin gas. Pero si algo tenemos los jóvenes es voluntad. Por eso hoy, con mas fuerza que nunca, levantamos las banderas de una educación para todos y nos ponemos a transitar con alegría el camino hacia la felicidad plena de todos los estudiantes. Asi como afirmamos que donde haya una necesidad debe haber un derecho, sostenemos que donde haya un militante deberá haber una solución... una respuesta.




Luca Stecco
La Cámpora Secundarios

sábado, 8 de mayo de 2010

91 años de su paso a la eternidad

Cuando hablamos de ella, difícil es no emocionarse; ya que estamos hablando sin lugar a dudas de la mejor referente y del mejor ejemplo que tiene el peronimo. Su lealtad a la causa, su lucha, su coraje, su voluntad transformadora, su cariño innegociable con los descamisados... sus descamisados. Aquellos trabajadores que pasaron de la oscura angustia de la miseria a la feliz hora de la dignificación y la justicia social.
Evita siempre luchó, nunca bajó los brazos, y eso vale mucho en nuestro Movimiento. Además, siempre es bueno recordar que toda la obra de la abanderada de los humildes la realizó en tan solo siete años, entrando a la eternidad con 33 años de edad. Siempre se nos muestra a los grandes próceres como seres inigualables, imposibles de imitar; pero es bueno tener presente que sólo fueron hombres y mujeres comunes pero con una gran virtud que los pone por encima del resto: amaban profundamente a su Patria. Y Evita es, sin lugar a dudas, uno de los mejores ejemplos de compromiso con su pueblo, desde su juventud.

"Hubo, al lado de Perón, una mujer que se dedicó a llevarle al Presidente las esperanzas del pueblo, que luego Perón convertiría en realidades. De aquella mujer solo sabemos que el pueblo la llamaba, coriñosamente, Evita."

  
 Luca Stecco

martes, 4 de mayo de 2010

Ser un militante. Por José Pablo Feinmann.

Un militante cree en la solidaridad social. 
No es un "individuo" en el pobre sentido
que del individuo tiene el liberalismo burgués. Sabe que su individualidad se realiza en el grupo. Su incorporación al trabajo, a la producción, a su grupo de pertenencia, a su clase social, lo incorpora a la solidaridad, al compañerismo, a la amistad sincera. Para decirlo claro: lo humaniza. Un militante es un ser en constante proceso de humanización. Su militancia lo hará mejor padre, mejor hombre de su mujer, mejor amigo de sus amigos. Sabe que habita este mundo para luchar junto a los demás, no para usarlos.
El militante respeta el trabajo. No porque sea un sometido, sino, porque sabe que en el trabajo está su poder, su organizatividad y el sentido final de su militancia: la justicia social. Y también porque sabe que por fuera del trabajo, no sólo está la miseria económica, sino la otra: la social y la humana. La que hará de él un apartado, un egoísta, un resentido y hasta un delincuente.
El militante, cree en una verdad que lo trasciende y da sentido a su vida.
Esta verdad es su ideología, la ideología que comparte con sus compañeros y expresa su lucidez.
La ideología que hace de él un sujeto y no un objeto de la historia.
La ha amasado, a esta ideología, durante años, la ha padecido, la ha cuestionado, la ha asumido cotidianamente. Porque cotidianamente intentan quitársela, se la oscurecen y deforman desde las pantallas de la TV o desde las radios. Aparecen allí, frente a él, en su hogar, hombres cultivados, con buenos modales, racionales hasta el asombro y vértigo, implacables, que le dicen que no, que está equivocado, que todo está bien, o que todo está mal, pero que, en todo caso, nada está como él cree.
¿Cómo lucha contra toda esa insidiosa verborragia? Hablando con sus compañeros. Buscando la verdad donde está: en el grupo. Porque cuando los militantes son esto, militantes, y están unidos por sus intereses comunes, la verdad es una tenaz corriente eléctrica que los recorre y los une aniquilando el discurso del enemigo.
Porque es cierto (según postula un diabólico axioma del pensamiento autoritario) que mil repeticiones hacen una verdad. Pero no es menos cierto que mil repeticiones pueden también aburrir, transformarse en un sonido apenas desagradable y persistente. En suma inaudible.
El militante es un hombre que tiene una razón para vivir. Y más también. Cierta vez dijo Camas " Una razón para vivir es una razón para morir”. El militante, en efecto, puede llegar a morir por su causa. Pero en Argentina - hoy a esta altura de nuestra experiencia y de nuestro dolor- habrá que afirmar tenazmente que el momento más alto de realización de un militante es su vida (cualquiera de los infinitos actos en que su militancia lo ha comprometido) y no su muerte.
La deshumanización acecha también al militante. Puede transformar su ideología en dogma, en obstinación y autoritarismo. Puede creerse más heroico. Puede confundir el desprecio por la vida con el coraje. Puede enajenarse en su lucha. Puede olvidar las pequeñas cosas en nombre de los grandes ideales. Puede olvidar que los grandes ideales se persiguen y se conquistan para posibilitar las pequeñas cosas. Puede llegar a considerarse sólo el eficaz cuadro de una organización. Y hasta puede llegar al extravío de exigir también eso de los demás.
Puede llegar a realizar esta frase de Brecht: " Nosotros que nos unimos para luchar por la amistad entre los hombres, no supimos ser amigos”.
El viejo problema de los medios y los fines se agitan detrás de éstas ideas.
Pero si la militancia ha de servir para humanizar al militante, los fines deberán estar presentes en todos los medios. Porque el militante está vivo hoy, y es hoy, en cada uno de los actos que realiza para conquistar una sociedad más justa, donde están enteramente en juego su humanización o su envilecimiento.

Por José Pablo Feinmann. 

sábado, 1 de mayo de 2010

El Primer Trabajador...

...Fue aquél líder que supo darle al pueblo la felicidad que durante años le fue suprimida por la explotación capitalista. Con él todo cambió, porque cambió el rumbo del país: pleno empleo, conquistas de los derechos laborales (sueldo digno, vacaciones pagas, jubilación, aguinaldo, licencia por enfermedad, estatuto del peón rural, etc), industrialización total del país, educación masiva para todos, ingreso de los hijos de los obreros a las universidades, acceso popular a la cultura, entre otras innumerables conquistas.
Por eso, cuando hablamos del "Dia del Trabajador", resulta inevitable hacer referencia a Perón y a Evita, primeros trabajadores de la Argentina.

 


Hoy, en pleno siglo XXI la lucha continua. Cambiaron los nombres y las épocas, pero es importante tener en cuenta que a nivel general la situación es la misma: el pueblo trabajador de un lado, las grandes corporaciones del otro. La Cámpora Secundarios percibe esta situación y, como consecuencia de sus ideales, opta por ponerse firmemente del lado del pueblo. Siempre vamos a luchar, junto a los trabajadores, por las conquistas laborales que nos han quitado.

La Cámpora Secundarios